Si Ud., en vez del diseño frío y el erotismo descafeinado
de las 50 sombras, aprecia el cine bien hecho, contundente y definido, pleno de
oficio y maestría profesional, y alejado de las subvenciones que a tantos de
nuestros “insignes cineastas” atenazan, puede zambullirse en este film, nueva
muestra de la, nunca mejor dicho, buenísima puntería que Clint Eastwood luce
desde hace muchos años.
Por el contrario, y como no faltarán el antiyanqui y el
pacifista (dados a la mofa facilona y disolvente de los valores que vertebraban
el mundo antes del contemporáneo tobogán de melindres y amaneramientos, del
“poder de las flores” y las marrullerías izquierdosas), en ese caso,
pertréchese de cualquier pancarta que tenga en su armario y, blandiéndola entre
gritadas consignas verbeneras, salga de él y pasee, ufano y retrechero,
progresista y rumboso, por nuestras céntricas calles y plazas.
Otra opción es contemplar con arrobo a los nuevos héroes
de esa Numancia que encarna, sin empanadillas aunque con “cocretas” la casa del
Gran Hermano en su enésima y podrida eclosión.
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