Debe ser importante; a tal punto que en mi bodega de
cabecera se han negado últimamente a rellenar mis garrafas domésticas de vino
porque ya tiene que estar TODO envasado en “tetrabriks”, vaya birria, o embotellado
clásico.
Y eso que me habían dicho que excepcionalmente…
45 años de cliente más que asiduo, infalible, empedernido,
no han sido argumento bastante a tener en cuenta.
El miedo a la sanción: la normativa.
La normativa que no se obligó a cumplir a los banqueros y
similares que nos han estafado y arruinado, porque los vigilantes de turno (Banco
de España, CNMV) eran ¿cómplices, ineptos,
o imbéciles de solemnidad? La normativa de los ERES, de lo otro y lo otro y lo
otro.
Conque ya sé dónde complacerán ahora mi rito, mi
costumbre, mi tradición que no ha de ser mala si la vienen avalando tantas
décadas.
Y el Oloroso Irene se verá mezclado con vinos de otra
firma. ¿Deslealtad? Será la de otros.
El barril de casa y yo nos acogemos, qué remedio, al
mestizaje, que es esa tendencia que tantísimo se elogia en esta vida nuestra,
demasiado acotada por normativas. Y por mamoneos.
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