En pocas jornadas, el precio del barril de petróleo cae
llamativamente, a niveles, dicen, de hace 5 años.
Esto significa, NO que empezaríamos, apenas, a ir
descontando el arreón de esos 5 años últimos, de ese último tramo del calvario,
porque lo que se pierde, se pierde irreversiblemente, SINO que de momento
habría aflojado algo la tortura, el dogal inmisericorde que nos ha estrangulado
desde 1973, si no recuerdo mal, y que no ha permitido nunca más la economía más
o menos boyante que conocíamos.
Pero es que hay voces preocupadas, agárrense, por el
fenómeno, que, por ejemplo, anticipan que los países (Venezuela, etc.) que
verán sus salvajes ingresos recortados tendrán “dificultades” para cumplir con
los encargos que tienen contratados (infraestructuras, megaconstrucciones) con
empresas concretas. Desde luego que la economía tiene algo de cadena donde
todos los eslabones pueden resentirse, de lo que sea, sucesivamente. Pero…
Si los de la OPEP, con modales extorsionadores de mafia
(matizados con la ultra-realidad del libre mercado), durante medio siglo han dictado la escalada del
petróleo, importándoles un bledo a quién machacaban con la baza prepotente de
su hegemónica materia prima… ahora no deberían preocuparnos, si la tortilla da
la vuelta, las “dificultades” que puedan afectarles y que seguramente serían
menores que toda la asfixia que llevamos padecida con el cachondeíto del
combustible.
Ni estaría de más que cambiara el ciclo y cesaran la
aterradora dependencia a la que estamos sometidos y la brutal arbitrariedad de
esa satrapía llamada OPEP.
Digamos que esto es un punto de vista de consumidor
corriente y, faltaría más, profano. Para análisis de altos vuelos, por lo
general elusivos y tramposos, ya están los Especialistas, desde sus “entendidos”
y filigraneros púlpitos.
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