Arribo a ti, confusa dolorosa, racial ejemplo de una
realidad que se prolonga y sobrevive con denuedo consistente, entre las arduas
alambradas de la tecnología más vanguardista y la vorágine velocísima que se
nos está llevando por delante, en la travesía de este tiempo de orates que nos
ha correspondido.
Si dejamos de lado lo que se podría definir como cierta
empanada mental (no estás sola: si yo te contara…), me llegan a molar tu
lealtad, que pocas o ninguna fisura aparenta, y una inteligencia natural de
escorpiona que se sobrepone, en la discusión, a las carencias que cabe
detectarte.
Con tu estampa y los mimbres citados, no creo que
permanezcas en esa ciclogénesis de circo más tiempo del que te haga falta, por
dinero, y consigan tolerar tus escrúpulos.
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