Dos “bombas informativas”, así lo llaman; mucha
indigestión para un sólo día.
Arde Sevilla, sobre todo, plena de ebullición, de
efervescencia popular, asomando su proverbial, infalible ribete, mínimo o
máximo, de festejo.
La ciudadanía, que tan curiosamente siente, vive y
persevera en insistentes y viciados resultados políticos de sedicente sello
“progresista”, se electriza con la muerte de la maxinoble duquesísima, prolija
de tantos títulos históricos que casi histriónicos y no sé si ya histéricos.
Y, al tiempo, esa misma ciudadanía, esa multitud, esa enardecida
grey, permanece en vilo, en megasuperultravilo, pendiente del instante
inconcebible en que ingresará en prisión la controvertida cantaora.
Observaciones laterales:
Hasta el empacho repiten en la tele, y no sólo, lo de
Dueñas, Dueñas, Dueñas, groseros y desconsiderados devoradores del artículo,
zafios que creen inventar el camino de la finura fantasmona, tiquismiquis del
diseño refitolero, imponiendo por la reiteración que se dice lo que jamás se
dijo ni se oyó: hasta los niños sevillanos sabíamos que aquello era el palacio
de las Dueñas, coño. Desde siempre.
(Los
minuciosos o, mejor, los detallistas pueden releer a propósito la Reflexión que
el Hipocampo emitió el 8 de marzo del presente año.)
Y decíamos también Alcalá de Guadaíra, mientras ahora escuchamos a estos
seres de aluvión empeñados en un obstinado Guadaira, contra toda la tradición de nuestros oídos. Aunque
esto lo han ido moderando un poco, algo corregidos o aconsejados por nativos de
Ixbilia.
Si no era suficiente, en la selecta tarde de Tele5, Jaime
Peñafiel pareció pronunciar, o pronunció, cuatro o cinco veces, “cirineo”, terrible porque a Simón,
ayudando con la carga de la cruz a Jesús, se le dijo “cireneo” por la cristalina razón de ser
natural de Cirene, claro y nada que ver con los cirios de las procesiones.
Esto, ¿viene a cuento? ¿Alguien puede aclararlo? ¿Pasa
aquí como con lo del cartel de Medellín que, a fuerza de
pronunciarlo los yanquis, con la DEA a la cabeza, como cártel, ya se nos ha de
“pegar” tal cual? ¿Llegaremos por ese rumbo al cártel de toros?
¿Padecemos ignorancia o gilipollez simple?
Se me dirá que reparo en nimiedades. Pero millones de
personas “aprenden” y “se contagian” con estos catedráticos de la tele. De
susto.
Nos gustaría rebajar el desconcierto. Aquí y en LOS
ANTÍPODAS, vaya por Dios.
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