Me ha recordado al día de Santiago de 2008, aquel periplo
de recogida y estreno de la “trike”, con el Cabo Pepe de escolta, como buen
gastador que fue, de mozo militar y marinero, casi de argonauta, que hoy día
casi no quedan y el vulgo prefiere a los internautas.
Un atracón de carretera que termina ahora que son ya casi
las once de la noche. Y está rondándome la palabra “vínculo”. Quiero manifestar
que no es la idea, ni el propósito. Y aun así…
Ni Julio César con sus ejércitos llevaba en sus guerras
la impedimenta de hoy, con la Dama de los Rizos durmiéndose como consecuencia
de algunas disipaciones y el dogo impertérrito, pasajero medio polizón, de
incógnito supino y súbito, vale que con un comportamiento digno de un
diplomático, en lo que eso tenga de primoroso.
Un viaje porque tenemos Granada de nuevo, de lo que me
alegro, ya que ha sido el asiento de un cariño que crece y una dicha que se
recupera.
Aquí ya se ha dicho antes y se volverá a decir:
Que
Dios reparta suerte.
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