Los pedagógicos modos, los argumentos sabios y sensatos
de Ramón Tamames anoche, no lograron traspasar la tozuda y correosa cerrazón de
un político separatista de la región catalana que, con estilo de tendero mendaz
(que alguno habrá), intentó vender su mercancía averiada, su sarta de falacias,
su incoherencia y su relapsa deslealtad con las normas de la democracia.
Y es que hay listorros que, en vez de cambiar las leyes
de manera decente, pretenden retorcerlas con egoísmo a su antojo o,
simplemente, saltárselas.
Al conocimiento, en lo posible, de lo que ocurre,
conviene que este tipo de gente salga en televisión y nos cuente sus propósitos
envenenados. Así vamos calando, y sin esfuerzo, el turbio sonido de sus publicitadas
maniobras.
Y todavía cabe otra posibilidad: que la exhibición de estos
personajes sea una estrategia encaminada a conseguir el aborrecimiento del
personal, de suerte que (“como no los dejan irse”) los echen, ya que tan
incómodos son y están.
(La Lengua Española distingue ser y estar. No todas
disfrutan de esa sutileza.)
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