En España, se les conoce familiarmente como “rojos”.
Que desciendan de los bolcheviques o de los comunistas de
Lenin y Stalin, que tan buenos resultados dejaron en la triturada Rusia durante
el siglo XX, son matices. La cosa es que, siguiendo aquellas añejas y rabiosas
arengas, la ideología siempre fue atea y anticlerical, proclamada y practicada
con virulencia; y se ve que todo deja huella.
Curioso, entonces, que tan preocupados y alborotadores
anden algunos de ellos con la Catedral/Mezquita de Córdoba, que es cosa del
Dios cuya existencia niegan.
La Iglesia católica, incluso con lastres y defectos
innegables, a lo largo de la Historia construyó y ha mantenido, a la mayor
gloria del Señor, innumerables templos, cuyo solo arte excede lo mensurable.
Sin entrar en credos ni teologías, no parece decente
regatearle y discutirle ese mérito y la gratitud que como meros espectadores
agnósticos ya le iríamos debiendo.
Yo suelo estar más en los resultados que en las
explicaciones, las discusiones y los análisis, porque casi siempre andan
contaminados de intereses, rara vez limpios y objetivos.
Así que conocemos los “modales” de los enredadores; y la
manera con la que lo echan todo a perder, cuando “gestionan”.
Incluso ellos vivirían mejor con menos rencores y más
vergüenza.
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