En los tiempos anteriores al hecho, alguna gente había
detectado la presencia de una especie de “su propia tía Julita, suya” y algún
que otro desconocido visitante de paso.
Esto no produjo, en principio, ninguna sorpresa, aunque al
trasluz de una ventana de vidrios esmerilados podía notarse la silueta de
personas que, al parecer, tomaban una ducha con frecuencia casi cotidiana.
No constaba a los declarantes la nacionalidad, el nombre
ni otros pormenores de dichas personas.
(Fragmento del relato de ciertos testigos, en las
dependencias judiciales, referido al caso de la portuguesa muerta.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario