martes, 15 de octubre de 2019

La jornada

Intoxicados a fondo por sus delincuentes cabecillas, otra vez han salido a liarla, a pretender que son de una pasta diferente que los exime de acatar la Ley.
Han salido a imponer a sus acojonados conciudadanos el estilo de la selva o de la mafia. Son los matones del barrio, de ese barrio impresentable en el que quieren transformar la región.

Los medios de difusión, carroñeros excitadísimos por cualquier mala noticia que los saque de la mediocridad y la rutina, se esmeran ¿complacidos? en dar cobertura máxima y preferente a las mentiras tan insostenibles como incansables que los sediciosos predican.
Será difícil limpiar la basura que las complicidades y las cobardías han ido amontonando; reeducar a la masa fanatizada.
Pero seguro que el paladín vencedor de ese torneo, tal y como promete, tal y como ya se ve (?), está garantizando la "normalidad y el buen funcionamiento del país, el orden y la paz social, la economía y la prosperidad, bla, bla, bla."
¿Sabéis quién digo?: el truchiman ese, en funciones.
Con todo, lo que más mola es que estamos preocupados por los "angelitos" y queremos que, en cuanto sea posible, accedan a disfrutar de la burla (la bula, no, la burla) de los legalísimos beneficios penitenciarios, porque, venga ya, todo ha sido una chiquillada, una travesura sin importancia...

-- Fue un asco de jornada.
-- Y las que vendrán. Pero es que los protestones están frustrados porque los engañaron.
-- ¿Y por qué, entonces, no linchan a los engañadores, a los que, con bravatas, afirman que "lo volverán a hacer"?

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