domingo, 8 de septiembre de 2019

"Objetivo: Washington D.C."

Como tantas "pelis" de acción (aun superando a varias de ellas, y reiterando la hipótesis de una conspiración que eliminaría al presidente USA y daría pretexto para otro "gran negocio de las armas") ésta se nutre de posibilidades, nada inverosímiles, antes bien, harto reales según nos ha demostrado la Historia y aunque no suelen servirnos ni de enseñanza ni de escarmiento.
Así que la trama avanza con desenvoltura, los efectos son logradísimos e impresionante en su eficacia el muestrario de instrumentos bélicos con que los buenos y los malos, difíciles de precisar a veces, se machacan a conciencia, así como las escenas de incendios, deflagraciones y colapsos de edificios, etc.
Lo que ya no es frecuente, sino una estremecedora y honda escena que removerá los sentimientos y el lagrimal de cualquier padre, es la que protagoniza con singular ( y contenida y expresiva, al mismo tiempo) maestría Nick Nolte, en el papel de veterano combatiente, sabio de decepciones, acorazado de independientes y resistentes filosofías, de áspero y seco sentido del humor y con todo, tan capaz como el que más de la abnegación y la ternura con las personas que quiere.
En esos primeros planos ya hay toda una lección de cine.

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