lunes, 5 de noviembre de 2018

Rosalía, una simbología confusa

La pena, las pasiones y el desgarro del mixtificado Sur profundo, replanteados con ocurrencias y disparates de ese mestizaje frenético que tanto se nos vende.
Propuesta experimental que se cuelga de y se enreda con casi todo lo que han podido encontrar, como en un mercadillo gipsy (¿así no nos tildarán de antiétnicos?) refregado por barros y barrios de tráficos conflictivos y polígonos industriales /marginales, discotecas chonis y bronx de los chinos y todo ese singular ambiente de lo que los tiquismiquis en ocasiones llaman -- con gestos de fruncido espanto o de discutible spleen -- las clases sociales menos favorecidas, échale guindas al pavo.
Puede que el invento tenga la digestión medio atragantada, aunque se van a forrar, eso, fijo, con este fenómeno emergente cuyo primer rumor nos llegara de casualidad con los Morancos y su adaptación cómico /crítica. Y enseguida, todo lo demás que se avecina, untado de pastiches de panderetas y visiones cutres, una desconcertada "pringá" con nazarenos en patinetes urbanitas, raperos, chulos de saldo, rebeldías, otras veces ancestrales sometimientos de patetismo seudoauténtico, vestuario "low cost" o lo que pilles, excesos de joyerío bizarro, moros en la costa, lo que Uds. se planteen de híbrido (los coches no) y quieran ir depositando como capas de dudosas entretelas, como estratos, lejísimos de la Stratocaster de Hank B. Marvin, Clapton y así.
Con rudo reduccionismo y poco esfuerzo, ¿hay que acordarse de las Grecas, de Papá Levante, de Achilipú y de la madre que nos parió?
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario