martes, 18 de septiembre de 2018

El adiós y el horizonte

El adiós que tu mano
desde el andén me envía,
momentos antes de subir al tren,
no es un gesto lejano
de mera cortesía:
para nada, un adiós de "todo a cien".

Es sólo la cesura
que a estos dos hemistiquios que ahora somos
construyendo nuestras arquitecturas
con insistente aplomo,
nos concede una pausa
en este ir y venir que ya sabemos
de dónde trae causa.

Y el horizonte que mi pensamiento,
mientras regreso solo en el dos plazas,
le formula a este viento
(levante riguroso en las terrazas
valientes sobre el mar),
es que tu nueva vuelta, a no tardar,
será menos escasa.

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