viernes, 3 de agosto de 2018

Consecuente con su condición de escritor,

Juan Manuel de Prada, bueno sería que no tuviese a mano -- y en la punta y aun el filo de la lengua -- el abundante y colorido flujo de palabras que, con buen tino y cierto dejo de ironía habitual, deja caer en sus intervenciones por televisión.
Ni que decir tiene que los "contertulios y analistas" que con él coinciden quedan en general como desvaídas aves de corto vuelo y de rutinario discurso, muy corrientones y adocenados, densos a la violeta y, a menudo, ecos de ecos en los lugares comunes y en las cautelas de los pies de plomo y la más bobalicona corrección política.
Y el otro día, soslayando de modo transitorio el acreditado brillo de su selecto vocabulario, definió tu campanadita aeronáutica como macarrada propia de un hortera de bolera y de quien tiene un morro que se lo pisa.
Desde aquí, que modestamente ya te hemos dicho varias cositas, celebramos el humor y la puntería de esas expresiones, de esos casi clásicos/populares, y la caridad cristiana que contigo tiene quien podría crucificarte sin esfuerzo con la ristra de clavos léxicos, con los pulidos alfileres de fijar mariposas en la cartulina del coleccionista, que desde luego merecen tus evoluciones melindrosas, PAMPLINAS.

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