jueves, 5 de julio de 2018

La consecuencia

Entonces él bebía y en las copas
a veces encontraba la soltura
para quitarse el lastre, la armadura
de tanta ingobernable timidez.
Y ella, que no era abstemia,
lo siguiente, como se dice ahora,
quedaron varias veces, varias horas
en un lento camino de tanteo,
de un modo que tenía
aquel incierto ensayo, 
una parte inocente e indecisa
y otra porción de atracción y sonrisas.

De los "pubs" iniciales y casuales
y las cafeterías vespertinas,
una noche se vieron más de cerca
-- Chianti y mantel de cuadros --
en una trattoria del castizo
y envolvente Madrid de los ochenta.
Después del camarero con la cuenta,
del parloteo y de las miradas,
se embobaron en esa madrugada 
ya en silencio y sobre la almohada.

Entonces no sabían
la entreverada consecuencia tierna
que asoma todavía
en las pausas que dejan las galernas.
 

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