miércoles, 25 de abril de 2018

Encaje de bolillos

Como suele decirse de las meigas, haberlos, haylos.
Y fuera de aquella expresión medio castiza que mencionaba lo del "punto filipino", y que hoy acaso se va declarando en retirada, adumbrada de nostalgias coloniales y otras sentidas decadencias que se ven barridas por la pedestre y atropellada urgencia de nuestros días, otros empleos corresponden a la palabra que nos convoca en esta ocasión.
Porque en la redacción aplicada del colegio ya se nos ofrecían los suspensivos, propios para la intriga, la duda, las sugerencias veladas y elusivas; el seguido, para separar "ma non troppo" determinadas oraciones; o los dos, tan de utilidad en el momento de inaugurar las enumeraciones; el a parte, de acreditada contundencia independiente; y desde luego el final, tirando a drástico en los debates y también en las crisis despechadas y sentimentales.
Una marca de calcetines dispuso con valentía de él; otra, de ropa, que auguraba célebre "vedette" (hogaño se diría que retirada de las luces fastuosas del espectáculo), lo asociaba con la Ciudad Eterna para así salpicar de sutil encanto y glamour la línea de sus prendas. Y claro que en esta relación no ambiciosa, sería imposible olvidar cómo la DGT nos vapulea con mucho menos miramiento que ansia confiscatoria, y omitiendo con desdén el decepcionante estado de muchas de nuestras vías de la plata o del material que sean.
En fin que, en estas fechas, ya clausurada la Feria de Abril con sus gozos y sombras, la variedad que ha impuesto su presencia, con predominio no lejano de las experiencias tenebrosas e indeseadas, ha sido la de los puntos de sutura, cuya inquietante eliminación señaló la jornada precedente, para los espíritus temerosos, con tintes indelebles de desconfianza, inseguridades y otros trasuntos del ánimo, que sólo y apenas se vería consolado por el chocolate con churros que, en Chiclana de la Frontera, sirvió de bálsamo a ese esforzado trance que las huestes femeninas de las Encajeras ignoraban con inocencia durante su pública y rumorosa demostración en la plaza, a orillas del Mercado Municipal de Abastos, entre la calima y una brisilla algo fresca que era lo que tocaba ayer.      

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