jueves, 26 de octubre de 2017

Silencios

El metrónomo de este corazón
procede por pasos dispares:
no es metódico ni tiene el tirón
de la soviética revolución
que sin estilo liquidó a los zares.

Mas modoso y asaz cariñoso,
permanece en cierta expectativa
y porque, llegando a los setenta,
nadie creería su deriva,
procura no perder la cuenta
ni la capacidad de asombro
cuando, después del amor,
posas tu cabeza en mi hombro.

Silencio en el dormitorio,
en el salón, en el jardín.
Sosegada la respiración,
me impregnan los sentidos
tu aroma dulce de jazmín
y tu delicado chal, caído.









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