jueves, 3 de agosto de 2017

Los pétalos

Si Mozilla Firefox no me responde, ¿cómo podré trasladar a tu conocimiento el curso que he dado a tu encargo planchador de pétalos de rosa?
Empero, has de saber que oportunamente los he situado entre papeles y, siguiendo tus instrucciones, he colocado encima dos profundos tomos que respectivamente compendian (Espasa/Clásicos) el uno las comedias y tragicomedias, y las tragedias el otro, del florido y confuso William, del noble y otras veces grotesco y chocarrero William, a los que tengo abandonados tras una no muy intensa incursión, y en espera de tiempos con más concentración y menos sueño.
Con daltoniana indecisión del alma, me he sentido como un leve alquimista durante las sosegadas maniobras de ese trasiego (de ese "afterblind", que decíamos en la Habana los absortos vigías náuticos en nuestro predilecto mirador) y quizá me plantee un futuro con esporádicos ribetes de nigromante que incluyan transitorios y eclécticos titubeos, constitutivos de una naturaleza de flor que se marchita entre nostálgicas nieblas y bodoques de parsimonia, o de un cactus que el sol del desierto de Mojave abrasa, sin el consuelo misericordioso de un mínimo tequila.
Y ya sé que estoy retirado de las copas; pero de lo que no quiero retirarme es de mirarte a los ojos, como aquella madrugada, después de cenar en la Trattoria.

2 comentarios:

  1. Qué bonitooo!
    Ojalá no dejes de mirarme de esa manera nunca.
    Me tienes loquita perdía.

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  2. No sea de nuevo burro el Hipocampo
    Y no olvide los ojos de la amada
    ¿Cena que se prolonga a madrugada?
    Eso es que son muy muchos los encantos
    de la bella y querida cortejada.
    Pionono no dice, mientras tanto,
    Nada, Maestro,nada.....

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