domingo, 27 de agosto de 2017

El perfil y el acero

Pasa por estas calles, a finales de cada verano, el afilador.
De edad incierta, de surcos en el rostro de barba entrecana que pudieran significar tenebrosas vivencias y arcanos saberes, cuatro años hará (al principio de este "blog") que ponderó por primera vez alguno de mis cuchillos que le encargué afilar. Dio pie su comentario a otras consideraciones y, al saber de mi afición por la literatura, pidió y obtuvo mi permiso para comenzar el relato de un suceso que él sabía y que, en demorados plazos anuales, y según su promesa, iría trasladándome, como así lo ha cumplido.
Hoy llega el relato a su final, o al menos a la parte de él referida. Me propongo en pocos días (que no son años) daros noticia de su evolución, de sus provisionales conclusiones, más impaciente yo, dentro de mi consuetudinaria parsimonia, que este grave señor que perfila mis aceros.

¿Querrán Vuesas Mercedes conocer
los flecos y detalles de este cuento,
qué hay de verdad y cuánto de ficción
escondidas al fondo del invento?...
  

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