miércoles, 23 de noviembre de 2016

Laberintos, Inc.

Para comunicar a la compañía aseguradora del "Gordo" una secuela derivada del lamentable episodio de abril, me indicaron en el taller oficial que yo debía hacer la gestión pertinente, y que dicha compañía avisaría al perito.
Traspuestos los sucesivos filtros telefónicos en los que una voz te guía a través del laberinto del Minotauro (si se trata de tal cosa, marque tal, si de esta otra, marque cual, si es para no sé qué, proceda así, o asá en el caso de que su asunto trate de una harina de otro costal, etc.) y de la solemne advertencia de que el antecedente y farragoso trámite está siendo grabado, así como tus datos, y todo para tu "protección"...
la empleada que me atendía expresó su ignorancia de la ortografía que correspondía a la pieza mecánica que debe ser sustituida. Y que de esa manera no podía dar curso al "parte".
En estos tiempos en los que la ortografía se halla tan perseguida y conculcada como los cristianos en la época de Nerón, el escrúpulo me pareció exquisito, extraordinario, extravagante, extraterrestre (prosigan Uds.).
Y con mi también desconocimiento de esa y otras mecánicas, vino en mi socorro esa tabla salvavidas que llaman Google: buje se escribe así, vaya por Dios.
Repetida la llamada/calvario, otro agente, claro, se tuvo que poner al corriente de mi solicitud; aunque éste sí me dijo conocer lo que era un buje, escritura incluida.
No estoy para estos trotes, la verdad.  

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