jueves, 24 de marzo de 2016

Ceremonioso cumplimiento de un encargo (A la exposición de Emilio)

El honor que Vuesa Merced me hace al dejarme participar en la contemplación de su obra, viene a subrayar los vínculos, no por inaprehensibles menos ciertos, que el ejercicio de las artes diversas establece entre las personas que, con la bendición de Dios Nuestro Señor o guiados por el laico Destino, hemos terminado por hacer de tales ocupaciones sustento, motor y no poca finalidad de nuestras vidas.
Y que dello no es la menor causa o razón un acaso instinto, según el cual la sensibilidad se protege, y erige las almenas de su defensa en medio del tráfago a menudo áspero de un mundo atenazado en demasía con menesteres de muy otra y materialista condición.
Vuesa Merced ha elegido concentrar la mirada, del modo que un alquimista trabaja en su crisol, para perseguir y extraer la belleza y la sugestión, el carácter de unos personajes cuyos matices ha sabido potenciar en sus resplandores y sus sombras, en sus escorzos e insinuaciones, transmitiéndolo todo con máquinas mágicas de un pasado/presente/futuro, artilugios que se dirían herederos de técnicas depuradas que en la Historia desarrollaron los más lúcidos y visionarios pintores.
Me place pues, en este estado de absorto y atento espectador, barajar estas oraciones con las que, siendo del agrado de Vuesa Merced, pueda añadirse un grano de arena a la labor fecunda que nos proponéis.

Quedo vuestro. Marzo de 2016. Frente al mar de Cádiz.
R.G.B.

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