martes, 27 de octubre de 2015

Se despierta temprano

Incluso muy temprano, en comparación con los horarios de la inerte mayoría. Y se sienta en el sillón favorito, para ver amanecer desde el porche delantero de la casa, de cara al jardín, las dunas, el mar grande que llega hasta las costas de Cartagena de Indias, hasta los cocoteros de Santo Domingo, hasta el malecón de la Habana.
"Al que madruga, Dios le ayuda". No quiere ser descreído pero un enlace de las recientemente zarandeadas neuronas le sugiere: si de verdad existe. Y otro: ayuda o, a la francesa, laissez faire...
Tiene algunas cosas por hacer, aunque las va dejando para luego, para mañana, "empedernido perdedor de tiempo". Más todavía, ahora que los episodios del último (¿habrá de ser el último?) verano le han mostrado con harta crudeza y brusquedad la contingencia, la fragilidad de eso que creemos nuestro tiempo, nuestra vida y que durante décadas, unos y otros, andamos enmascarando.
Iniciativas, excursiones pendientes. Aplazadas de nuevo (ya ocurrió hace un año) porque con tanto llover, será mejor esperar (¿esperar?) al buen tiempo. Y tiene que ser, desde luego, antes de que lleguen otra vez los calores, con lo rápido que da la vuelta el almanaque.
Pero sí. Los que quiere creer por amigos, están repartidos por el mapa; y casi ninguno ha bajado al sur de visita en estos 25 años. No importa, porque él se mueve; o se ha ido moviendo. ¿Y ahora?
Ahora él mismo va moviéndose menos. En fin...
Sigue lloviendo. Cuando se apaga el farol de ahí delante, queda una hermosa penumbra; y un silencio de bálsamo, apenas arrullado por el pequeño reloj, las rachas de viento, el oleaje de cada jornada.
El Hipocampo os saluda, a los que estéis ahí.
 

3 comentarios:

  1. Bendito porche, benditos amaneceres y bendito el madrugador que escribe fabulosamente la vida y sus quebrantos.

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  2. Uno de los que están ahí, saluda al hipocampo y le agradece eternamente los cinco minutos diarios de lectura y, siempre, la compañía de su música.
    Bendita tecnología que, con sus defectos, nos permite leerte desde tierras lejanas, París en este caso.

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  3. Pues ahí estamos; detrás de tu ventana al mundo, siguiéndote con interés y a veces con estupor, pero de eso se trata.
    Manteniendo la esperanza de que la música te llegue, una vez mas, y nos la hagas conocer como una devolución sincera y necesaria. La llama sigue viva a pesar de las inexorables bajas. (Gloria se nos ha ido). carlos jarque

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