jueves, 10 de septiembre de 2015

El buen orden de las oraciones




Ya no es que, de niño, que también… (ahora piensa: “¿y si hubiese perdido la facultad de escribir?”, y le entran ganas de llorar )… fuera un poco rezandero y que, medio iluso, medio supersticioso/católico, medio ( no es posible, que ya van 3 medios y sólo caben 2) fanático, encomendara a la Virgen de la Granada, y otras advocaciones, largas novenas que acaso iban a ayudarlo con los exámenes; sino que siempre fue cuidadoso y aficionado y, con el tiempo y una caña, bastante suelto en el ejercicio de una conversación o en la redacción de alguna glosa.
De modo que, habiéndose notado ya algunas torpezas de pronunciación que quiso achacar sobre todo al terrible daño de la lengua y la mandíbula, no pudo esquivar el asombro incómodo de decir domingo por invierno. Y de dar su fecha de nacimiento, en la prueba electroencefalográfica, empezando por el año, luego el mes y al final el día, disposición inédita en todas las décadas de natural juicio y que se escuchó a sí mismo con sorpresa no prevista, de la índole que debió tener la expedición que topaba con un Nuevo Mundo que no era, para nada, para nada, el que esperaban, el que buscaban, el que perseguían.
Desde luego que la dieta, el menú de todas y cada una de las jornadas que permaneció ingresado en la clínica, habían sido, para su personal criterio, una procesión de deprimentes y deleznables platos que se abstuvo de probar al 95% y que ya producían inquietud y recelo cuando le eran llevados a la habitación en una bandeja tapada con una suerte de cuadrante de un color quizá gris militar, nada acogedor, nada estimulante o sugerente.
En fin, preparó el ánimo porque la perspectiva se anunciaba esforzada, mientras iba haciendo chistes improvisados y juegos de palabras, un poco a lo Arguiñano; mientras, por lo visto, ya era más que hora de aprender a distinguir las diferencias entre la realidad y los espejismos, los laberintos, las enredaderas al uso, los decorados y los tendidos de sombra o sol que fuesen.
Se sintió pensando: “pon los pies en la tierra; escucha los sonidos con estrenada atención”.
El Hipocampo mismamente le ha dicho: “vamos a ver”.

2 comentarios:

  1. Domingo por invierno o jueves por primavera, la realidad es que cuando hay talento lo hay. Es una inmensa alegría leerte!

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  2. pero, es que acaso no son sinónimos? Un abrazo

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