martes, 12 de mayo de 2015

Los comentarios de una cajera a otra



Ya te decía yo que no iba a ser mariquita sólo porque durante muchos años venía a hacer sus compras sin compañera al lado.
Un solitario, podría ser, pero ¿sarasa?... ¡anda ya!
Y mira: ahí lo estás viendo, con esa tía que desde luego es más joven que él, vaya si lo es, y pizpireta y bien proporcionada; resplandeciente él, ahora, de sonrisa y barba plateada que hasta me recuerda un poquito a Sean Connery. Y tan feliz que ni siquiera ha comprobado el importe del ticket que le diste al pagar.
Con lo seriote que está siempre; que, hija, no se atreve una casi a decirle ni buenos días, y fíjate, ahora se van mirándose en los ojos, enlazados por la cintura, repartidas las bolsas con el cava y la paletilla ibérica y las otras cosas... pero, ¡si se están besando y todo, en el aparcamiento, mientras se van yendo hacia el coche azul!
Que no, que ya te decía yo que maricón no era ese señor.
(2005)

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