jueves, 5 de marzo de 2015

Implicaciones de la propiedad



Claro que estás. Si yo no lo sintiese así, sería un miserable.
Pero, por lo que creo nuestro bien, pretendo que el tiempo y el silencio se fundan en un bálsamo para curar heridas, disolver la amargura de los desacuerdos, no sembrar esperanzas que ahora no serían reales.
Y cruzo los dedos para que, como ya no soy de tu propiedad sentimental, puedas leer sin daño, sin lastimarte con preguntas, suposiciones, estas líneas de mi propiedad intelectual; apreciar, si algún mérito tuviere, el entretenimiento de estos ejercicios de redacción que ya son otra droga y que fluyen sometidos al mandato interior  aunque con el propósito, logrado o no, de no ofender a nadie.

Très petite sarabande de las neuronas: son las siete de la mañana. Un viento de levante que empezó durante la noche, trae canto de gallos. Hay un refrán: “gallo que no canta, algo tiene en la garganta”. Yo me he levantado con dolor de garganta.
Ahora estoy preparándome un chocolate caliente, a modo de alivio.

 – Tú no estás bien.
 – De acuerdo, puede ser. Pero tampoco ando todavía como algunos de los que, en ARCO, exponen sus temerarios camelos.  

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