viernes, 20 de marzo de 2015

En aquella encrucijada



Tenía yo que haberte visto, en aquella encrucijada, con los morenos celajes tenebrosos con los que ahora te deseo.
Sea en mi disculpa la premura, aquel inusual ámbito de discoteca junto al aprendiz de río capitalino; la facilidad, y la fatalidad, con las que iba a abducirme, algo después, la aparente serenidad nórdica y solar de tu amiga.
Quiero imaginar la travesía contigo. Alimentar los inútiles espejismos.
Es como una vana bandera de señales, esto que escribo y no te haré llegar.
Porque por aquí, el ente acuático de condición que entrelaza el arte y la fragilidad, y de tendencia frecuente a la contemplativa dispersión y las ensoñaciones literarias, asume el precio costosísimo de su inacción; y suele tropezar más de una vez en la misma alga.
Al menos aprendió pronto que la vida y el amor eran, ay, cualquier cosa menos fáciles.
Fíjate.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario