sábado, 14 de marzo de 2015

Beyoncé



Cuando Ud. experimenta el brutal impacto de esta persona, ya ha sobrevivido a la Fender Stratocaster, a la CocaCola, al Cadillac Seville del 83 o, pongamos por caso, al Dodge Viper del 99; también a Brando y a Rosario Dawson, a Paul Simon y a los Byrds.
Y con todo, entre tal muestrario del poderío USA, la arrasadora sacudida que centrifuga esta mujer es bastante como para dejarle a Ud. tocado, tambaleante, trastornado con su temible torbellino.
– Ya estás incurriendo en la aliteración.   
– Sí, es el lío de las palabritas que… si yo te dijera. Mira, citaré aquí algo que Irene ya casi domina:
“Sobre el triple trapecio de Trípoli, trabajaban trigonométricamente tres tristes triunviros trogloditas, tropezando, atribulados, contra trípodes, trapecios, triclinios y otros trastos triturados por el terrible tetrarca trapense.”

En fin, Beyoncé, ese ciclón invicto (no como Tomás Gómez), esa selva sensual/genital, esa señal de la remota Babilonia. Y sin necesidad, Nono, de volver a Sevilla para admirarla en su bañera opalina.

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