lunes, 2 de marzo de 2015

A ver, Tsipras, tronco,



que ya se veía que ibas de farol para que te dieran el mando. Sólo que tus socios de la Comunidad Europea te concedimos la cortesía de dejarte ilusionar/engatusar a tu gente con acarameladas promesas que tú mismo, mejor que nadie, sabías falsorras y de imposible cumplimiento. Por aquello del respeto a esa soberanía de la señorita Pepis que tanto cacareas. Que sí, que tú y otros también, vale.
Pero bueno, es lo de siempre. Así que ahora (hasta Rajoy te lo va diciendo), no tienes más que arriar los engallados banderines y ponerte las pilas. Porque en España, que está haciendo sus propios y agotadores esfuerzos, lo único que nos interesa es que devuelvas cuanto antes (y ya contamos con que va para largo) el montón de miles de millones que se te han fiado, a ti y a tus antecesores. Que supongo que te suena la palabra “herencia”: es ese megalito, tan incómodo como inexcusable, que hace de respaldo en el ilustre sillón de tu jefatura.
Lo que procede es que, en vez de echar balones fuera, te portes como un hombre (o una mujer, elige tú) para que no quedes como otro nefasto payaso*, otro tunante. Que ya hay demasiados.

*La palabra se usa aquí en sentido figurado. Y SIEMPRE poniendo a salvo la dignidad del oficio de quienes honradamente lo son en el mundo del espectáculo.

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