lunes, 2 de febrero de 2015

Pedro Sánchez



Detrás de Zapatero, y transcurrido el paréntesis sombrío, el requemado rescoldo de Rubalcaba, han colocado a este hombre alto y descafeinado o descolorido, un poco como sacado de un anuncio de farmacia.
Y no es que “después vendrá quien bueno te hará”, no. Sólo que éste de ahora ha resultado casi más soso (que ya era difícil), a falta del apellido medio sonoro y de la sonrisa enconada de trilero Joker que caracterizaba al presizeta.
Y no lo están dejando ni terminar el rodaje. Así que me da que Pedro, poca convicción de suyo, ya está ensayando qué cara pondrá cuando unos y otros, unas y otras, le den el empujoncito final.
El hombre, mientras, vocifera un poco en las convenciones (esto de vociferar, con lo añejo y cutre que es, lo hacen todos: se ve que hablar pausado y sin gritos no enardece a la masa) y, por si fuera poco, alza el cerrado puño casposo y vetusto, como si los calendarios no hubieran caído por docenas. (¿Se imaginan ustedes el abroncado abucheo y la rechifla, incluso la lluvia de piedras, si Mariano reviviera el saludo de la Falange?)
El señor Sánchez lo tiene jodido. Porque al PSOE y a IU les han quitado el sitio, el papel. Prácticamente son, ahora, poco más que pintamonas a los que la riada de las modas y usos que proliferan en la “red” se lleva por delante, a los que el atrevimiento y la atropellona urgencia del arreón descontento sepultará en la nada, como los aludes de nieve del temporal de estos días fríos de 2015.
Y a propósito del temporal: el agua excesiva esta que lo inunda todísimo, ¿era la que se quería desviar para uso útil con aquel defenestrado Plan Hidrológico?

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