sábado, 21 de febrero de 2015

La educación y las gamberradas



Por desidia y por cansancio, por inercia seguidista, incluso por contagio de moda estúpida, se les ha consentido arremeter contra la gramática.
Tiempo funesto de elecciones, que se avecina, ahora arreciará la cansina letanía de “los ciudadanos y las ciudadanas, los compañeros y las compañeras, el candidato y la candidata”, etc. que ha ido arraigando en las mentes débiles (que son de lo que más hay) y que se ejerce como una bandera agitada por el desvarío rencoroso y la histeria paranoica de los sexISMOS (¡cómo no!) correspondientes, disfrazados y “disfrazadas” de corrección política y ahítos de melindre progre.
Sólo que pasa que esto tropieza con un inconveniente, con un obstáculo insalvable: los idiomas, el lenguaje, son producto, son resultado de la inteligencia, de la cultura, de la evolución, de cosas extraordinarias, de estructuras que ya han ido colocando las cosas en el sitio que mejor quedan, pese a los ateos y a los trogloditas subversivos y a otros salvajes vocacionales.
Así que el emperre* y las burricies** tienen un tope y, salvo que la especie humana (¿el “especio humano”?) regrese por completo a los gruñidos y los bufidos, hasta las palabras, en gramática, tienen género y número y concordancias y declinaciones y cientos de verdades estupendas e irrenunciables, irreversibles, gracias a Dios.
De momento, va faltando educación y sobran gamberradas; y hay mucha sobredosis de pancartas manifestantes, y de becarios en las redacciones, que no parecen llevarse bien con la prosodia, la sintaxis y la ortografía.

* Masculino singular.
** Femenino plural.

2 comentarios:

  1. ¡Cuánta soberbia, ira, palabrería y pesadez para tanta LIMITACIÓN!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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