miércoles, 4 de febrero de 2015

Con la afición al cine



que varias veces ya he manifestado, ayer (aunque el día se puso desapacible, frío y lluvioso), resuelto a que no se me escapara de la cartelera “Mr. Turner”, me sacudí el confortable apoltronamiento vespertino de sofá y radiador y me llegué hasta Cádiz.
Será cosa de circuitos de distribución o algo así, pero hay ciertas películas que no figuran en mis cines de cabecera, un punto comerciales; y en cambio se encuentran en estas salas del centro – centro, tan inusuales de estética, tan inverosímiles en 2015.
Poniendo a prueba la afición antedicha, dos horas y media dura “Mr. Turner”. Densidad, sordidez, opresión, decadencia, aspereza. Lienzo rudo y serio, diálogos con la retórica social ceremoniosa y la británica rigidez que debieron darse en la época y el ambiente que se retratan. Algunas escenas de penetrante belleza. Sobresaliente actuación del protagonista y garra y carácter en los demás personajes de una obra que creo consigue plenamente su objetivo.
A la salida del cine, la carrillada ibérica picante de Casa Lazo y una copa de manzanilla de Sanlúcar eran un bálsamo de vida que ayudaría a transitar la desolación que anoche tenían las plazas y calles, siempre hermosas, de la ciudad, camino del aparcamiento, cerca de la cuesta de las Calesas.     

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