sábado, 27 de diciembre de 2014

Virna Lisi



La vida, el tiempo a veces, o quizá siempre, nos embotan. Me pregunto cuántos (de entre aquella cofradía de absortos ante las hermosas mujeres que el cine nos mostraba) recordaremos aún tus perfiladas hechuras, tu rostro de “glamour” fino, tus ojos de…, no sé, dignos del catálogo que deberíamos compilar algún día, con criterio personal, desde luego, pero posiblemente compartido. Tu merecido sitio, aunque menos ruidoso que el de otras, en aquel firmamento de mediados del XX, cuyas postales comprábamos, un poco avergonzados ante la mirada socarrona o censora de la señora de la pequeña papelería, los jóvenes coleccionistas y aficionados que fuimos; una o dos veces por semana infalibles asistentes, para siempre seducidos espectadores del milagro de “la gran pantalla”.
Qué lejos, todo aquello: qué lejos, todo. Qué desazón de sueños desvanecidos, de cuentas pendientes.
Pasó de prisa; y más que va a pasar. Si no fuera terrible, parecería una secuencia de Groucho o de Buster.
Sobrevivimos subdivididos en ciclos fugaces. Otra vez, los días traen más horas de luz, rumbo a otra primavera, en otro almanaque, visto y no visto.
Esto es lo que hay, así nos ha llegado la noticia, estas semanas, de tu muerte, Virna Lisi.
¿Se ve algo, desde ahí, del otro lado?

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