martes, 18 de noviembre de 2014

"Paraíso perdido"



Como una señal cuyo sentido, de tenerlo, sería indescifrable, o como una coincidencia, una mera casualidad, a pocos días de mi relectura de un libro que cité aquí, asisto al estreno en nuestros cines de Chiclana de esa cinta sobre Pablo Escobar.
Aproximación o boceto sugeridor de lo que debió ser aquello, y de lo que debió ser su fabuloso protagonista, real e inverosímil (que sólo en lugares como Colombia y algún otro país de la zona parece posible), la puesta en escena va orientándose desde un casi inocente comienzo (quizá deliberado, para mejor cebar el contraste que no tarda en sobrevenir) hasta una situación que nos transmite con eficacia considerable todo el desatado horror de unos acontecimientos que demasiado tiempo causaron daños innumerables, llegando a subvertir y trastornar, a fuerza de inmoralidad, cinismo y corrupciones, cualquier precedente y decente escala de valores, por convencional e insatisfactoria que hubiera sido.
Sobre Escobar, de seguro se han construido leyendas. Probablemente quede en la Historia como un desaforado, fascinante y pavoroso “capo”, la hondura de cuyo vertiginoso peligro agrandaban sus modos y vida de patrón familiarísimo y “benefactor”.
Benicio del Toro, como de costumbre, aporta oficio. No sé si le achacarán más frialdad de la cuenta o eso mismo añade algo siniestro e impenetrable al papel.
La banda sonora, con el largo tema solemne y hermoso que acompaña los prolijos créditos finales, me ha sonado de primera.
En cambio extraña y desorienta la elección de un acento español netamente peninsular, que suena con artificio en boca de personajes de tan inconfundible localización geográfica.

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