viernes, 7 de noviembre de 2014

CRAG: fullerías e hipocresías



Con ocasión del cuadragésimo (el 40, vaya) aniversario de Señora Azul, he escuchado entrevistas con ruido y falacias que ni siquiera son nuevas. No obstante, durante mucho tiempo rehuí los desmentidos y dejé que la envidia y la impostura mostrasen sus caras.
Aunque quizá convenga decir basta a algunas cosas y cumplir los 67 sin tantos diplomáticos, caritativos y considerados disimulos.
Dice Adolfo, tan escaso, tan incluso ausente, de ideas, que me dio la de “Don Samuel Jazmín”. Vagón de cola, confuso con la pasmada añoranza de épocas pasadas, muy pasadas, no reconoce que lo que en CRAG fuimos estrenando suyo, fue en base a que le escribí yo, a medida y con habilidad, los argumentos, los versos y las rimas que completaron y realzaron sus medias canciones (melodías que trajo, a veces, apenas esbozadas y faltas no sólo de letra sino de arreglos, de montaje): la mencionada, y también “Mi cama de bambú”, “Corazón de tango”, “Rafa”, “Sombras en su corazón”… ¿sin mis letras? ¿Con cuáles y de quién? En cualquier caso, trop tard, mon amour.
La única muestra como aspirante a letrista que conocemos de este trotamundos es “Nada que ocultar”, singular ejemplo de su retórica desorientada, errática. Así que “Don Samuel Jazmín”, y tantos otros textos, partieron en exclusiva de mi imaginación y de mi oficio, ya largamente demostrados, pequeño “sueco” ingrato, ignorante de lo mucho que (una madrugada invernal y helada en un coche, bajo el Puente de Praga en Madrid) tuve que porfiar con Juan Robles, de Quart de Poblet, para que se aviniera a integrarte en la reaparición con Queridos Compañeros, cosa que rehusaba por tu dicción incomprensible y tu condición de parco autor, si recuerdo bien.
Juan, conocido como Cánovas, por su parte, después de consagrar “Carrusel” y sobre todo “El vividor”, merced a su buena música y a mis encajadísimas y se ve que ocurrentes letras (y merced a una quietud absoluta, que le decía yo a Trabuchelli, desde el teléfono algo cascado de Usera/Hawaii, ¿te acuerdas, “catachi”?), derivó en 1985 hacia un colaborador o colega suyo y externo cuyas temáticas tirando a trágicas o conflictivo-deprimentes estaban a años luz de la estética ya planteada desde Solera y potenciada y continuada en CRAG; e incurriendo en algo tan inexplicable e infumable como lo habría sido que a mí se me hubiera ocurrido imponer a Pepe Robles o a Sherpa para hacer los coros y las voces del disco, prescindiendo de la “cantera” propia. Inasumible disparate en un grupo como CRAG, tan presuntuoso de “todos compositores, todos cantantes”.
Aun así, me da la sensación de que Juan y yo nos hemos ido comprendiendo mejor con los años, con los chascos ideológicos y políticos y con largas charlas, vino y huevos con chorizo o jamón, en su casa de Boadilla. Y con algún champán francés o cava catalán.
Respecto a Jose Mari, alias Guzmán, ya lo hemos visto, estos años: lastrado de omisiones elusivas, afanes protagonistas, esquivas maniobras para colgarse alguna que otra medalla ajena, una conducta que deshonra su reconocido talento para la música. (Cría cuervos, pág.80. El sello de la casa. Enokia, 2000.)
Dice que el nombre CRAG se lo sacó de la manga; no recuerdo sino la imposibilidad de los consensos, la obstinación de los iluminados, hasta arribar a la imitación boba, en última, superflua y frívola instancia, del grupo americano con el que tanta deuda parece continuar teniendo, ahora que es más cantante de varias orquestas que aquel compositor de talla algo insegura, demasiado versátil y permeable a dispares influencias, cuyo tema “Calles del viejo París”, de alarmante y bisoña sencillez, entró en el repertorio de Solera gracias a indulgentes ingenuidades, muy lejos de la retranca irónica de mi “Linda prima” o de la literatura que añadí a melodías suyas con los títulos y textos de “El discípulo de Merlín”, “Juan” y “Noche tras noche”, o, sobre la música de los hermanos Martín, con “Una singular debilidad”.
Afirma este Guzmán (además de sus posteriores, y fracasados, intentos de mangoneo incluso económico que impedirían el último proyecto de disco inédito del grupo) que pensó, en aquellos principios y con utilitarista criterio, que el CRAG así denominado nos serviría (¿a él, sobre todo?) como trampolín de futuras carreras individualistas, asombrosa confesión que deja muy claro su juego y fina señal de su “espíritu de equipo”, de lo que miserablemente fue siendo CRAG, mientras se fingían otras cosas.
Estas anécdotas y reflexiones son una muestra de lo que fue marcando un recorrido que perdía su aspiración de coherencia a medida que ganaba en hipotecas y melindres de corrección política. Los humanos (¡qué palabra, rumbosa y farolera!) tendemos, en ocasiones, a tonterías como fomentar los espejismos, ocupación principalmente estéril, y así nos va. Mi canción “Queridos compañeros” es un ejemplo de ese voluntarismo idealizador que poco se corresponde con una realidad que se fue hundiendo en sus pedestres, ansiosos y cutres egoísmos de mercadillo.   
Por suerte, está en los discos la aportación y el papel de cada miembro de ese grupo que ha sido, romanticismos y espejismos aparte, una cadena de desavenencias, una marrullera indigestión, una falla que necesariamente se quema. Y un cansancio decepcionante.
Ahora, los actuales vestigios llamados CAG también interpretan canciones de grupos sajones.
¿Y eso es lo que me pierdo? Va a ser que no.    

10 comentarios:

  1. Me ha encantado Rodrigo. Gracias por explicarme "quién fué quién" dentro del Grupo. Algo raro notaba yo....... No obstante siempre me parecísteis unos músicos fuera de época....de otro planeta, y las canciones, las armonías musicales y las letras fueron mi religión. Ahora ya soy mayor y es bueno leer las cosas que escribes. Como dicce el dicho "no es oro todo lo que reluce". Ya no pago un duro o intento no pagarlo para escuchar las canciones de siempre y hacerle rico al sinverguenza de la sala de fiestas (que no cumple las medidas de seguridad y que a mi edad me cobra por entrar y luego por la cerveza.....) y a los músicos que ya los tengo bastante oidos. Te repito lo que en su día publiqué en el "feisbuk" : tu trabajo musical de "El Jefe"...una maravilla!!!! Un saludo.

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  2. Lo único que me sedujo siempre de Solera y CRAG eran tus composiciones. Sin ellas habrían sido grupos vulgares, insignificantes y jamás recordados. Me han encantado tus aclaraciones tan políticamente incorrectas.

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  3. No hay mas remedio que acatar tus sentencias que con conocimiento real de la historia, no deja títere con cabeza. Pero sinceramente, a mi, como seguidor y observador de CRAG me dan pena tantas verdades como puños e imagino que los demás fans se preguntarán qué hubiera sido de vosotros sin tanto ego,prepotencia y codicia. En fin, como decía Bogart en blanco y negro: " siempre nos quedará Rodrigo...."
    ¡ Que Dios reparta suertes !

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  4. Cuanto resentimiento, envidia y odio destilan sus palabras. Una pena que el orgullo no le permita echarse a un lado sin mas si realmente eso es lo que quiere. Aunque tras leer esto lo que veo es que realmente hubiera querido que le rogaran mas la vuelta al grupo y como no ha sido asi su camino es soltar bilis..... Lamentable actitud para quien fue alguien en la musica...

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  5. Rodrigo es el mejor, todos los saben.

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  6. Os ví actuar en la plaza mayor de Palencia hace años. La actuación me encantó. Tú, Rodrigo me impresionaste muchísimo, posees esa magia en el escenario que te hace diferente. No imaginaba tantas tensiones en el grupo... es la misma historia de tantos grupos no?

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  7. Es decepcionante ver como aquí, en España, sucede lo mismo, con lo visto en grupos bien conocidos por todos, en Gran Bretaña o USA, (a la postre todos se lamentaron de no dejar la puerta abierta). Sin dudar de ni una sola coma de tu comentario, Rodrigo, intuyo cierto despecho y auto-complacencia, tras tus palabras, da la impresión de que nunca hubo un buen entente en el grupo, ¿como es posible entonces, que hicierais una música tan imperecedera? CRAG son mas que la suma de sus partes, podría ser la respuesta. Al final, los perdedores somos siempre los seguidores.

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  8. Me he molestado en rebuscar entre tus crónicas este jugoso post. Han pasado casi 2 años desde que lo escribiste y quería recuperar, dolorosamente, tus comentarios movido por las fuertes sensaciones que me embargaban después de haber acudido esta semana a un concierto de CAG, aquí en Asturias, en una elegante y pequeña sala de Avilés.
    Temía mucho mi decepción al encontrarme con este legendario grupo mutilado sin su valedor principal. Esperaba tan poco que, finalmente, no me defraudó. Sus voces siguen perfectamente afinadas (algo escasa de registros ya la de Cánovas) y el acompañamiento acústico, con el añadido (¿tu sustituto?) al piano del hijo de Cánovas, no desmerecía ayudado por una buena sonorización.
    Me gustó el detalle de la, aunque no entrañable sí correcta, dedicatoria que te ofrecieron casi al comienzo de la actuación con motivo de "De piel trigueña". Y me emocionó la bonita versión que hicieron de "Solo pienso en ti". En cambio me pareció algo mezquino que ninguneasen tu autoría en las composiciones compartidas. Eso sí, el bis fue enteramente tuyo con "Queridos compañeros" (qué irónica sonó está canción contigo ausente), "Señora azul" y "1985:Los blues" (que curiosamente también fue con la que abrieron el recital).
    Al finalizar el concierto descubrí entre el público a varias leyendas del rock asturiano. Entre ellos Felipe y Bottamino a quienes les dedicaron una canción y quienes me hicieron descubrir tu música hace muchos muchos años cuando en una actuación suya les felicité por una deslumbrante canción que siempre interpretaban y que creía de ellos, se trataba de "Solo pienso en ti".
    El caso es que fue un precioso baño de nostalgia que me dejó con un regusto amargo por tu (¿inevitable?) ausencia. Una pena como así me reconoció el propio Bottamino quien, acertadamente, te definió como el compositor del grupo con mayúsculas.
    Al salir de la sala deambulé por las calles nocturnas de un Avilés en fiestas como desorientado. Abrumado por pensamientos sobre la canallada de envejecer y los lejanos recuerdos que asoman con estas hermosas canciones tuyas que tanto me han marcado.

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  9. Vergonzosa e infantil pataleta de un señor mayor.

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  10. Aún justificado, el resentimiento es un mal compañero de viaje, tanto que para el que suscribe es una de las mayores debilidades humanas contra la que solo aplica la elegancia y esta es difícil de encauzar, se tiene o no se tiene. En el caso que nos ocupa, veraces o no, las aseveraciones del maestro asestan una puñalada mortal a la credibilidad de uno de los mas aclamados por unanimidad grupos de la historia de la música ligera española y, lo que es peor, plantean mas que serias dudas de fiabilidad al volver a pinchar cualquiera de sus (maravillosos) discos.

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