domingo, 30 de noviembre de 2014

¿Desmontar un mito?



El Hipocampo, como ser acuático, tiene su punto de vista, quizá no compartido por las mayorías silenciosas o ruidosas, a las cuales, no obstante, invita con cortesía a una sencilla reflexión:
De todos es sabido el extraordinario predicamento del que gozan las angulas: que si manjar, que si esto y que si aquello.
También conoce cualquiera los ingredientes interesantísimos a la par que básicos, elementales, con los que suele prepararse esa receta mágica: aceite de oliva, ajo, guindilla, se supone que sal. Y es de cajón imaginar el recipiente tradicional, la cazuelita de barro.
Y ahora, sugerimos desde este rincón que prueben Vuesas Mercedes a preparar de igual modo unos gambones, gambas, langostinos, incluso unos delicados filetes de sirena. Sin ir más lejos.
Y que luego, descartando inercias, complejos, leyendas bobas, ortodoxias inapelables, etc., confiesen sin rubor que la angula, de por sí, es un animalito bastante insípido, inocentón, además de su escaso tamaño, y que perdería cualquier pulso (de sabor propio, que lo otro es el añadido de la fórmula) con los otros que, por ejemplo, aquí se han citado.

sábado, 29 de noviembre de 2014

¿Y tú, de quién eres?



No sé si alguna vez el ejercicio activo de la política pudo ser una dedicación noble, decente, de altas miras. En todo caso, sería en una época remota de la cual no quedan ahora más que miserables y pantanosos residuos.
Y es que, al final, los que entran en ese terreno son igualmente venales y codiciosos, dados al trapicheo y aficionados a embaucar a los más, que son muchos, crédulos del rebaño.

No creo ser el único que ya te hubiese notado los resabios redichos, el tonito engañosamente pedagógico, predicando esos argumentos que, lo sabes, son gastados ecos, desacreditadas patrañas pasadas de moda; el filo de la lengua, más malintencionado que brillante, el tan incansable como cansino método dialéctico de manual añejo y agotador, aunque respaldado con esa actitud demoledora de nunca descomponerte, de mantener la calculada calma de un reptil, en tanto pierden pie tus oponentes, espontáneos o apasionados que terminen siendo. Como táctica, te funciona: tu frío letal (estudiado, aplicado con insistente rigor) si no se impone y convence, desde luego los paraliza o, más fácil, los saca de quicio.
Pero pronto van asomando las manchas de tu expediente. Lo de siempre: dinerito mangoneado, favoritismos, influencias, chanchulletes hipocritones, todavía en cantidades moderadas porque apenas estás empezando a trepar por la escala del poder.
A ti, que te den tiempo y mando. Los vas a dejar chiquitos.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Percance y transformación del pasajero



Los señores de toda la vida, o los que iban llegando a serlo, solían edificar sus palacetes frente al mar pero a una cierta distancia y aprovechando la altura de un acantilado estratégico, de alguna ladera de colina cercana. Esto de la primera línea de playa no “se llevaba” todavía. Así se ven en Castro Urdiales, en Santander, en Comillas.  Así emplazado está el neomudéjar que llaman Casa de los Navajas, en Torremolinos, ahora incorporado y restaurado por el Ayuntamiento de turno.
Al pie y a la vista de esa casa, cruzando el paseo marítimo, se sentó a hacer tiempo, esperando al pianista.
Pidió una botella de Albariño y, a pesar de lo temprano de la hora y de que lo mirasen como a un “guiri”, sucumbió al espeto irresistible.
Sobre el mar, un gran barco de pasajeros transatlánticos (que por suerte todavía parecía un navío verdadero y no un bloque de apartamentos) con el destello múltiple de sus luces, ya al final del crepúsculo, era una estampa elegante y clásica.
Sintió el latido en el cerebro que siempre le avisaba cada vez, desde año y medio atrás. Y supo así que tendría otra visión:
“Por la borda, inadvertido por todos, un pasajero de nombre Ulises, ha caído al agua. Está aturdido por el exceso de champán y los combinados de ginebra ingeridos durante el baile que el Capitán manda celebrar una fecha concreta, en cada travesía. Bebió demasiado, recurso inútil, y peligroso, para conjurar la amargura y el despecho que lo enloquecen ahora que ha comprobado la infidelidad de su esposa. Tras la última y encendida discusión, ella le ha pedido el divorcio, y ahora en el salón baila coqueta, ajena, desentendida, con un actor alemán que han conocido en este viaje. Este fatídico viaje.
Ulises no está reaccionando y las olas lo alejan pronto del buque. No puede creer, con la mínima consciencia que le queda, que va a morir ahogado. Ni puede saber que…

El visionario, ante el vino blanco, siente llegar anticipados los pormenores del desenlace:
Del otro lado de la vida, Ulises, que se hunde interminablemente, cae en profundas simas, un tiempo imposible de medir  y… ¿percibe luces en el agua, sueña, es verdad que se está transformando, branquias, incipientes aletas, insólita movilidad submarina de seres hermosos que van dejándose ver entre formaciones fantásticas de coral, entre sombras, entre las elásticas y frondosas algas más escondidas…?

jueves, 27 de noviembre de 2014

Las señales



Sentado en Tele5 para su entrevista (que la cadena ha conseguido apuntándose un indiscutible tanto en la feria de las vanidades), este ser inverosímil que llaman el pequeño Nicolás dice sus cosas con expresión algo impávida, como a medio cocer.

Tiempo atrás, hemos asistido al nacimiento mediático (perdón) de Chiquilicuatre en Eurovisión; Tamara/Yurena/Ámbar, inconcebible “star”; Aserejé y Macarena, exponentes arrasadores de la “cultura popular”. Hemos contemplado estupefactos a Cándido Méndez, al otro, de Comisiones, a la Botella del inglés macarrónico, a los separatistas; a Leire, Bibiana, De la Vega, extraterrestres formulaciones ectoplasmáticas del presizeta, que ya tenía lo suyo; hemos sido testigos de las apariciones milagrosas de la Esteban, la Lomana, el bolivariano del chándal y Boris, ambos venezolanísimos ejemplos de variados vértigos; de una Cristina que va hundiendo, más si cabe, a la Argentina, contra toda lógica; de las fantásticas amigas de Amador, numen excelso de Chipiona, etc., etc. Todos ellos formidables detonantes para nuestra estupefacción.

A ver si son las señales del Apocalipsis y no nos vamos a enterar. ¿Qué nos está pasando? ¿Esto es la realidad, la surrealidad, o e´to qué pijo é, como dicen en Orihuela?

Me acuerdo de Barry Mc Guire y su “Eve of destruction”. Y mira que en aquel entonces ni por asomo habríamos vislumbrado este lodazal de saldo cutre en que ha quedado nuestro vapuleadísimo presente.
Vale que está la ley de Murphy. Pero esto habrá que sujetarlo algún día, ¿no?

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Tan sólo por si es Vertdad



(porque me cuesta creerlo)
el canallesco exabrupto
que comentan en la Red
que has largado:

Si hasta el más desorientado
ya sabe lo inteligente,
lo provocador que eres
y cómo te “suliveya”
que te embistan y embestir,
convendrás que con cinismo
de prepotente intocable,
te has metido en un jardín
por completo lamentable.
¿Atreverte a criticar
lo que los músicos cobran,
cuando, en su fragilidad
de cigarras prescindibles,
sin respaldo ni posibles,
luchan a solas con sólo
la carta de que la gente
les aplauda, solicite
y contrate voluntaria-
mente?
Ahora os dicen la “casta”
con frecuencia llamativa.
En vuestro caso concreto,
con las leyes y el consenso
más ventajista del mundo,
arbitrarios y facundos,
decretáis el pingüe sueldo
que trincaréis cada mes.
Nadie os tose aunque se ve
(en esta obscena procura,
de dietas y sinecuras)
que el “mérito” demostrado
es inferior, deleznable,
un “pasote” exagerado
con talante formidable,
en simple comparación
con la pasta que os cae:
Frescos “cum laude”, ministro,
Podría llamaros la RAE.
Lo más conspicuo del caso
es que esa temeridad
(la insolencia que compartes
con los otros de tu sesgo)
no te deja “vert” el riesgo:
cuando ocurra lo que pase,
ni los más tibios podrán
echarte un cable y decir
sin fingir
que no era más que una frase.