domingo, 10 de agosto de 2014

La expedición múltiple dominical



Con el despertador a las 6:45 de la mañana, la facción veterana inició los arduos prolegómenos, no sin antes detenerse, indesmayables románticos, en la contemplación algo demorada de una luna llena, amarilla y en trance de hundirse en el mar. (Agosto tiene sus magias.)
A poco, surgió el bólido, como un relámpago repentino, centella con orejas casi provocando un sobresalto. Y enseguida, la joven políglota.
Hechos los saludos de ordenanza, y ya en formación de escuadrilla escalonada, los dos varones algo (casi nada) delante y las chicas charlando como incansables cotillas, a continuación, describieron el itinerario de rigor sin incidentes negativos. Culminado el ejercicio, y con dosis varias de calores, se concedieron una tregua preparatoria.
Porque, sobre mediodía, se proyecta una insuperable tortilla de patatas, unos lomitos ibéricos con champiñón salteado y helado de chocolate, solo o “bautizado”, aquí hay plena libertad de expresión.
Sin omitir las “margaritas” previas ni el chicharrón de Chiclana.
Que Dios reparta suerte.

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