lunes, 30 de junio de 2014

Los ciclistas



Montados en sus airosos aunque algo frágiles vehículos, salen a estirar las piernas, ejemplo preclaro de buenos hábitos de vida saludable, etc.
Suelen congregarse en mayor número los domingos y festivos y nos proporcionan una conocida estampa que celebramos de corazón, por más que la estética de los yelmos protectores los aproxima ya, desde hace varios años, a la hormiga atómica, semejanza que puede objetarse con facilidad.
Suscribo las pertinentes recomendaciones que con reiteración se vienen haciendo para que se cuide de ellos como parte físicamente más débil en una hipotética colisión con automóviles, etc. y como ciudadanos con derecho a orearse con método de su libre elección. Me parecen harto oportunos esos respetuosos miramientos.
Y también, incluso antes, suscribo la conveniencia de que estos virtuosos del pedal, por su parte, depongan esa extendidísima y rebelde actitud, inexplicablemente temeraria y arrogante, con la que más o menos el 80% suele menospreciar el “carril bici” que tanto reclamaron y que, en no todas pero en bastantes zonas, ya hace tiempo que se ha instalado y se ha costeado y ahora recibe un desdén que, para más INRI, implica serias piedras en su, de ellos, propio tejado. No hablo de oídas: soy testigo directo y casi diario de ese porcentaje asombroso.
Otrosí digo: supongo que circular en “pelotón” debe producir atractivas sensaciones, endorfinas, lo que sea. Y que pedalear en paralelo con un colega mientras se intercambian frases y comentarios con un inimaginable resto de aliento hace menos aburrida la experiencia. Pero esas hazañas dejan menos sitio para todos y aumentan el peligro para todos.
Y también, ojo con la velocidad de competición despiadada, al circular por esos tramos mal definidos, esos sectores de perversas aceras para “bicis”: los transeúntes, únicos usuarios de las genuinas aceras en la tradición, necesitan tiempo para volverse cautelosísimos y aclimatarse a esta modalidad invasora, aunque auspiciada por los ocurrentes munícipes de turno, y no deberían estar sometidos al infarto cuando uno de esos raudos atletas se les echa encima, con una suerte de engreída agresividad, con unas ínfulas de sobrevenido propietario de derechos, tan de repente adquiridos y tan en visible conflicto con otros, previos.
Los áureos diseñadores y demás progres pueden llamar “poliédrico” a este variopinto asunto de los ciclistas.

domingo, 29 de junio de 2014

40 años hará



que “el hombre del banco del parque” la entrevio y la recreó, filtrada por el lienzo de sus fantasías, aunque pasaran varios, antes de darla a conocer.
Y ahora, sin saber de ella, veterano y tardío pero, aun así, transmutado más que en príncipe astronauta, en rey de copas de la baraja (otras veces, de espadas; nunca, ay, de oros), con la barba cana, concita la atención de la interminable fila (fila india) dominical de los vehículos que se aproximan a la arena, al mar.
Rejoneador sin más toro que el viento, montado en su libélula gigante, en su clavileño sideral, causa un impacto cromado, blanco y azul, una inesperada aparición para la retina de los desprevenidos.
Algunos reaccionan con estupor; otros hacen sonar el claxon, imitan la V de Churchill o el dedo pulgar ascendente de los césares romanos.
El astronauta sueña, viaja en serenos recorridos no muy largos que le ofrecen paisajes, aromas de eucaliptos, ciertas nubes que se reflejan en la carcasa de los faros; y el sonido de la vida alrededor…
Tranquilo, se orilla a la puerta del Sanatorio, en la explanada cómoda que ya parece su personal base.
¿Oloroso o moscatel? ¿Qué toca hoy?

sábado, 28 de junio de 2014

Sergio Dalma, un buen cantante extraviado en los contumaces meandros del "periflú"



Petición de principio: nos adherimos de forma acaso imprudente a la quizá apócrifa y nada heráldica definición transversal que afirma que “periflú” significa, en muy concreto modo, el vicio de afectada dicción mediante el cual se pronuncia la tersa, limpia y nítida fonética del castellano como lo haría un extranjero con dificultades y no demasiada formación ni parecida práctica.
Mientras que Matt Monro acaso no podía evitar aquella masticada manera de “quizás no pude hablar cuando debí” que parecía cantada por un abducido involuntario de los alienígenas, no es de recibo o no tiene buena explicación que indígenas (= nativos del país) sucumban a tan excéntricas evoluciones y parezcan nacidos en donde sea (incluidos los antípodas, ojo, antípodas lleva el artículo los, para nada las, penosos aventureros del diccionario), menos en el lar patrio, con lo cómodo que eso se lo pone incluso a los “diletantes”.
Lo comentamos, imagínense, no con acritud sino con deprimido, aunque constructivo, ánimo.
La manía del “periflú”, que no se arregla aunque la Campos lo convoque cada dos por tres, dilecto recipendario de las libres preferencias de la veterana malagueña.
Porque Dalma tiene buena imagen de maduro apuesto, un comportamiento visible cuya corrección le ha hecho merecedor de la aceptación y el respeto de un gran sector de público, y una sobresaliente profesionalidad. Además las facultades de su voz son tales como para recrear esa cursilada de “La quiero a morir” de forma que parezca un tema interesante.
Cuando Sergio Dalma abandone ese complejo, esa manía de pronunciar el español, cuando canta, como si fuera extranjero (italiano sobre todo), y cuando no le fabriquen canciones que lo ayuden a esa mala querencia, será con ventaja uno de nuestros mejores artistas en la música popular.
Votamos por ello.

viernes, 27 de junio de 2014

Sobremesa interiorizada del Hipocampo



De vez en cuando me apropio del tenedor, el cuchillo y la cuchara que compré para ti. Un juego (un set, que dirían los que te dije) que era para tu exclusivo uso, porque mi devoción, hasta en las nimiedades, siempre te puso por encima de lo que hiciera falta.
Las cosas rodaron como sabemos; nos las rodaron como sabemos. Ahora doy gracias a Alá, el Todopoderoso, porque van bien. Y toco madera, por si no fuese suficiente con la oración, con la invocación sagrada.
Parafraseando a los apoderados taurinos, que refieren la temporada en plural (“hemos firmado tantas corridas, hemos cortado tantas orejas, etc.”), hemos sufrido algún contratiempo en cierto examen. Pero es rara avis, en un recorrido que por lo general ha abundado en lucimientos, curso tras curso. Así que adelante.
Y con las enésimas copas de bourbon que se alargaron con heterodoxia desde el solomillo al postre, te digo otra vez, que ya lo sabes, y aunque no coincidamos en la totalidad de tu deriva (o sea, lo normal), que siempre seremos, blanco y grande, pequeña y morenita, los del cuadro del dormitorio principal aquí, en nuestra casa de la playa.

jueves, 26 de junio de 2014

El accidente



Consciente de que sus habilidades, dentro del turbulento universo del “bricolaje”, apenas sobrepasaban la simple sustitución de una bombilla fundida (y aun esto, con cautelosas reservas), se midió con temeridad innecesaria, pero espoleado por un ilusionante proyecto ornamental, a la manipulación de planchas de acero y/o aluminio.
El entusiasmo impaciente le vetó la espera de lo que habría sido experta asesoría de Lady Taladro. Y, en un movimiento de descuido, o mejor, de inexperiencia, se cortó, con inesperada sorpresa, dolor repentino y afilado, y rápida hemorragia, un dedo.
No importa tanto qué sitio del dedo: vale con decir que era en el pulgar de la mano derecha.
Tampoco quiso  interpretar tal vicisitud en clave política o religiosa. Bastante lío tenían ya en Irak, Siria, etc.
Conque acudió a la urgencia elemental y doméstica de dejar correr el agua del grifo sobre los labios inquietantes de la herida. Acto seguido pensó: ¿a la clínica del Novo?, ¿puntos, quizá?
Y ¿cómo controlar el líquido escapado del circuito, manchando acaso la ropa, la tapicería del roadster, si la toalla de emergencia no fuera suficiente?
Sonó el teléfono móvil. Un “de puta madre, qué oportuno”, pasó veloz por su mente. Una oferta de colaboración literaria que aplazó de momento.
Por suerte, pocos minutos después, el percance pareció ceder.
Ahora, en ese punto crítico de su piel, cubre el vertiginoso escenario una elemental y párvula “tirita”. Qué alivio.