sábado, 5 de abril de 2014

Dr. Jekyll y Mr. Hyde



Aplicados artífices de la segueta, insisten con ánimo admirable en el ataque de los protuberantes estorbos que deben ser eliminados para que los ideales ornamentos sean instalables en un futuro, en apariencia no muy lejano ya.
Hay un trémolo de fricción, un esfuerzo detallado y cauteloso para no alterar en demasía el envés, el reverso pavonado de las piezas.
La labor es ardua y tomará tiempo. Se dirían presidiarios que liman los barrotes hacia la soñada fuga, hacia la ansiada libertad. La labor también está teñida de alguna zozobra, de algún riesgo rondador; pero la decisión es firme, apoyada en un legítimo entusiasmo y, si Dios reparte suerte, se verá coronada por unos magníficos resultados cuando luzca su fascinación sobre los lomos jóvenes, las anchas caderas de la mimada destinataria.

Dr. Jekyll comenta: Eres un laberinto
                               metafórico, hermético, surrealista.

                              No hay tal: es sólo un juego
                              con las palabras que tengo a la vista. (Responde Mr. Hyde.)

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