domingo, 9 de marzo de 2014

Argumento en el agua



Asiduamente, con demorado embeleso, la contempla.
Él observa extasiado: sus movimientos gráciles, su danza en art-déco; esa manera suya, estática, de apariencia pasiva y entregada, esa resbaladiza ficción de dejarse querer. Las irisadas luces que emite y que refleja.
Segura de su atractivo, de su poder magnético y fascinante, ella duda y ondula entre las aguas mansas (fíate tú de eso), controladas, científicas.
Cada día que pasa, y cada noche, la espera de él es ya casi un acecho, una suerte de adoración enmudecida y empecinada, temerosa y feliz, paciente y desarmada, anclada con fatalismo en la más peligrosa incertidumbre.
Mas con ingenua ilusión, con el viril impulso de su instinto directo y sin ambages, el pez payaso se atreve a confiar en su fortuna y sueña elaboradas literaturas amorosas con las que conquistará finalmente el frío, tóxico, letal y se diría que cristalino corazón de la medusa.
El argumento, es previsible, no acabará bien.
(El hipocampo lo sabe.)
Y eso que todo se desarrolla en la sencillez domada del acuario municipal que mandó construir el alcalde (para ponerse otra medallita), en un apacible pueblo marinero del Sur, con la semifinanciación hipotecadora y maniobrera de la Junta de Andalucía, sección quizá de Medio Ambiente y Zarandajas diversas.  

1 comentario:

  1. Pero por qué, el hipocampo conociendo el final del argumento no salva la vida del pez payaso? O es que el hipocampo ama la medusa en secreto (por la forma en que la describe) y la desea sólo para él. Es un misterio.

    ResponderEliminar