viernes, 21 de febrero de 2014

La Voz, kids



(No es seguro que sepan siquiera poner la coma.)
Y la primera en la frente: “kids”, ¿qué?, ¿chicos?, ¿chicos faltos de diversos hervores a los que hay que denominar con palabra de una lengua ajena y ya cansina? Y eso, ¿para que inexplicablemente se sientan más capaces, más importantes, menos (en su previsible propia opinión) inferiores?
Muy de refilón, vertiginosamente de refilón, me he asomado algunos segundos para observar la bajeza estética, la imitación rastrera, el patetismo hiriente de sus “cualidades”, como poco, inmaduras y forzadas. La pronunciación pedestre de esa lengua en la que con frecuencia remedan esta o aquella canción.
El entusiasmo teatrero y alquilado de los “jurados”, que luego los entrenarán, la responsabilidad de los buitres de la productora y de los padres que exponen de forma tan lamentable y ávida de dinero a esos cachorros, ¿tendrá repercusión, ajuste en ese asunto del karma?
Perforantes.
El Hipocampo hace una pausa, ¿“break” para los papanatas y los cosmopolitas de diseño?
Se propone retomar esta suerte de velo o tapiz de Penélope a 6 o 7 de marzo, poco antes de San Rodrigo. Se sentirá muy reconfortado con las adhesiones y fidelidades que permanezcan, tras los procelosos acontecimientos en los que política, economía y otras estafas nos tienen sumergidos casi a diario.
Salve.

3 comentarios:

  1. Este tipo de programas me parecen lamentables pero más aún cuando se utiliza a niños. Se aprovechan de ellos los padres que quieren que les saque de pobres el niño con sus trinos y sus bailecitos, los jurados que consiguen una publicidad gratuita y, por supuesto, la productora y la discográfica que están detrás del programa que, por un presupuesto bastante escaso, consiguen unas audiencias incomprensiblemente elevadas.

    ResponderEliminar
  2. ¡Coño! Qué bien escribe usted. Disculpe la vulgaridad pero uno no está acostumbrado a disfrutar de textos escritos por seres inteligentes. Al menos en lo que va de siglo...

    ResponderEliminar
  3. No hay nada de improvisación en todo esto. El formato es universal y uno comprueba como la perversión que encierra, realmente funciona. Tuve la ocasión de ver, en uno de mis viajes por Europa "The voice, kids" (si, el mismo título) versión alemana. Las reacciones y gestos de los coaches eran idénticos y los niños se emocionaban exactamente de la misma manera. Que nivel de perfección tan miserable.

    ResponderEliminar