jueves, 30 de enero de 2014

Por televisión



Deploro no haber sabido nada, hasta anoche, de Augusto Dalmau quien con sencillez vive su coherencia, su decencia de ciudadano de bien, español y catalán al tiempo, su valeroso hablar claro de cuestiones esenciales.
Pintor excelente de nobles y hermosas escenas de temática bélica, militar (nada que ver con los timadores que nos infieren sus inexplicables y presuntuosas manchas abstractas, casi siempre insoportables en su fealdad), me deja en este momento como resuelto y agradecido admirador de su arte y de su actitud tranquila y libre que le decidió a encontrar en Valladolid el aire limpio que escasea entre los renegados.

Y me da un punto de satisfactoria energía que unos chicos jóvenes, jinetes hábiles y ágiles del caballo loco, aunque poderosísimo, que es “Internete” hayan puesto en marcha Despilfarro Público.com, con un éxito inmediato y arrasador, como una señal luminosa de que la tribu cada día está para menos parches.
Huele a tiempo de fulminantes sorpresas, de posibilidades acaso esperanzadoras.
Ojalá den buenos frutos.          

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