miércoles, 15 de enero de 2014

Hoy



Verde tranquilo, el mar.
Con su orla de espuma, emitiendo en lentas blancas con puntillo un esbozo de música que parece un rumor. O al revés.
Lejos, hay un punto de luz: alguien que pesca en estas horas calmas en las que el día irá llegando de a poco.
Así es mejor. Una jornada a salvo (ya me la estropearán) de cualquier cosa que suponga lucha, debate, tensión, a salvo aquí en el sillón favorito del porche, vecino del pequeño jardín. (Las hojas que ha soltado el ficus, estos días de temporal, pueden seguir ahí, también acompañan.)
Vienen bien estas hojas sobre el gramón, las flores del hibisco. Vienen bien estas horas, estas jornadas largas y casi nada que hacer.
Así nos sabrá a más el tiempo, no demasiado ya, que nos queda.
Y para este mediodía (“aperitivo time”), reposando en su barrilito personal, me espera, mientras dormita, el Oloroso Irene.
Aquí, Chiclana de la Frontera. Despegar… ¿“pa” qué?  

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