sábado, 18 de enero de 2014

El hábito no hace al monje



Los tribunales correspondientes no han observado culpa en la relación, dificilísima de diluir, que haya podido tener Sánchez Gordillo con el sarao aquél del asalto a Mercadona interpretado por un grupo de “movilizados” en Andalucía.

El Sr. Sánchez anda por ahí disfrazado de revolucionario idílico, aunque trasnochado, con prendas de vestir foráneas (un pañolón o chalina o bufanda de estética palestina, seguro que tiene un nombre especial que ya me lo dirá el aficionado de turno; un sombrero de campesino nicaragüense o similar), barba luenga y encrespada de profeta conminatorio y catecismo bermellón a juego.

Habríamos preferido atuendo más nuestro, con raíces propias.

De lo demás, no está nada claro si, en sus manejos, predica y da, o no, trigo. El ruido no es buen síntoma. Y la comodidad de tirar la piedra y esconder la mano (entre aforamientos y conclusiones suaves del TSJA) tampoco resulta paradigma de la coherencia ni de la valentía, sino más bien el anacrónico tufo de improcedentes maniobras en la oscuridad.

Igual necesita un reciclado.

Y es que el hábito no hace al monje, lo mismo que tampoco sirve irse al circuito Ascari, en Ronda, para hacer un MQC con poco más que media docena de coches, puede que de gama considerable aunque familiares, ya se sabe, el opaco destino de las cinco puertas y, tras rutinarios bandazos y humo de ruedas quemadas, soltar unas bengalas y llamar a toda esa tontería “especial superdeportivos”. So memos.

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