domingo, 17 de noviembre de 2013

Una modesta participación



Cuando compongo música, cuando escribo, hay un pensamiento que me visita con cierta frecuencia: el de que estoy añadiendo al universo elementos nuevos o quizá repeticiones de pasos que otros anduvieron antes, porque, de algún modo, las notas y las palabras son capaces de innumerables pero seguramente  no infinitas combinaciones.
La sensación levemente vertiginosa, algo responsable de estar aumentando el caos o, como poco, contribuyendo a la proliferación del bosque, me produce alguna inquietud. Un mensaje en una botella, llegue o no a su destino, no deja de ser otra cosa más que las olas del mar llevan y traen. Y ya hay demasiadas cosas en el mar; ya hay demasiados sonidos en el aire...
Pero ¿quién me asegura que debería abstenerme de mi laboriosa, solitaria, en ocasiones secreta y, desde luego, modesta participación en el jaleo, cuando millones de ociosos cruzan – y contaminan – el espacio con los, a menudo, estériles, banales y antiortográficos mensajes de sus teléfonos móviles?
¿Cómo “te se” queda el cuerpo?
¿De jota?

3 comentarios:

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  2. Pues, yo, respondiendo a tu pregunta, desde mi más humilde y lejano, ¿Copenhague está suficientemente lejos de Cádiz?, punto de vista, puedo asegurar que NO debes abstenerte

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  3. Pues algunos seguimos (amablemente) exigiendo tu participación en el meollo. Somos pocos los beneficiarios, aunque al menos, escogidos a lazo que es lo que importa ¿o no?

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