miércoles, 20 de noviembre de 2013

Los modales



Se pierden a menudo.
Y van dando lugar a escenas grotescas como la del lanzamiento de tartas, qué triste desperdicio, a la cara de doña Yolanda; como la escena del energúmeno que, con no disimulado propósito de intimidación, increpaba a Rodrigo Rato el otro día, agitando una sandalia de aspecto puerco y “perfumado”, en nada menos que comparecencia en “honorable” sede política o así.
Me da que el género digamos que humano puede deslizarse con facilidad al exceso y enseguida le queda ordinario el carnaval.
Uds. recordarán, estos años pasados, la repetida ocurrencia de poner en marcha iniciativas diversas a fuerza de calendarios con fotografías de gente en cueros. Debe haber un acuerdo subconsciente en la efectividad de los desnudos cuando tanto se recurre a ella, desde las protestas hasta la publicidad.
Se pierden los modales. Otro ejemplo reciente es la nueva aparición del piquete de las tetas al aire. Estas inquietas y radicalizadas “jóvenas” volvieron a dar su particular carga contra una manifestación. Los freudianos seguramente tienen alguna explicación de esa poco imaginativa (y pronto, cansina) conducta.
Resulta que como Zapatero el Lamentable (que ya va dando muestras del gusanillo de los focos y las sentenciosas y “profundas” opiniones) y su cuadrilla, entre otras disolventes imbecilidades, se emplearon a fondo en la perversión tendenciosa del lenguaje, llamando derecho, y legislándolo como tal, a algo que en serio no pasa de mera y discutible opción, amparado en tal falacia, este zarandeo de senos* clama por el aborto libre e incluso libertino, ya puestos. Avanzando un paso más, ya en modo satánico/ofensivo, enarbolando un crucifijo invertido, recicladas y paródicas niñas del exorcista.
Se pierden los modales. Será estupendo que los cristianos no los pierdan ante las provocaciones y no tengamos que un día salga en las noticias la de un exaltado que ha perfilado una hoguera inquisitorial lista para dedicársela a cualquier bruja anacrónica y exhibicionista por horas.

*Su notorio y voluntario empleo lo han decidido las propietarias, gente evolucionada y librepensadora que, cabe suponer, no se preocupará por lo que se diga luego ni aullará con la trillada cantinela de presuntas víctimas del discurso machista y otras murgas al uso.

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