domingo, 3 de noviembre de 2013

La fiesta nacional



La Fórmula 1.
La “pole position”.
Esto fue imposible de ver en la furiosa e indecorosa estampida que las señorías del Congreso escenificaron con la excusa de que perdían el avión, o lo que fuese, para ir al encuentro ansioso y respetable con sus familias, o al encuentro libidinoso y clandestino con sus “affaires”, de cara al “puente”.
Puente del Pilar, de Todos los Santos, de la Inmaculada, puente de Brooklyn, Bay Bridge y Golden Gate en San Francisco, California y “er puente Triana, picha”.
Debió ser un sueño algo que oí, que se dijo, del propósito de moderar los puentes.
Los hoteles en las costas o en las islas (Benidorm, Andalucía, Canarias), al 90% de ocupación, confesado por sus propios gerentes/directores.
Las terrazas y las discotecas, a reventar.
Varios millones de vehículos, aprovechando lo baratísima que está la gasolina, llenando los depósitos.
Los viajeros más alternativos, imaginativos, elitistas/ecologistas, con lo del turismo rural que es tan bucólico y, por ahora, menos masificado.
Los telediarios se han rellenado con noticias preferentemente lejanas, incluso podrían ser graves pero la distancia las envuelve en una muselina analgésica.

La fiesta nacional, que desde luego incluye a la región catalana y a las provincias vascongadas. Eso, el fútbol, la paella y la tortillísima de patatas. Los rasgos de identidad compartidos, nunca discutidos.
Luego hay ¿aguafiestas? que aluden con alguna desgana a no sé qué cosa llamada vagamente crisis.   

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