sábado, 30 de noviembre de 2013

Noviembre se va acabando



Hay unas aceras largas, en una calle tranquila, con dos o tres automóviles (solamente) que reposan, más que aparcan, adosados a ellas.
Tienen las tales una construcción con materiales de dos colores: franja central, oscura, flanqueada por dos, de tono claro.
La central era el puente en el que la “víctima” se ponía a salvo de los feroces asaltos del “cocodrilo”. Cabe decir que la “víctima” era pequeña y sevillana; y ahora, andando el tiempo, ejerce plurales idiomas y romances en la ciudad soñadora que famosamente perdió Boabdil, más tonto él.
El “cocodrilo” es ahora más que veterano y se aproxima a la recta (o la curva) final a más velocidad de la que quisiera. Pero ha encontrado (lo reflexiona a veces, no sólo hoy, en la proverbial inspiración del oloroso) la manera de conjugar, que Dios reparta suerte, sus cariños entre el citado y el otro, insistente, combativo, esmerado, que la madrileña siembra y azuza a través de la vida presente.
Luego, es menester admitir, reconocer, confesar su singular debilidad por su tercera niña que, asombrosamente, tiene tres ruedas y cuyas citas, cuya glosa, asoma y se omite, en una suerte del juego que llamaban “el esconder” en el Pedroso y no sólo allí, delatando los talones de Aquiles que (si es que eres un inocentón) se asumen, según la jornada, en estas reflexiones del Hipocampo.
Noviembre va acabando: atentos a los polvorones.       

viernes, 29 de noviembre de 2013

Un día feliz e ilusionado



Cuando la condición miserable, la cobardía, la indignidad y la mentira se ponen de acuerdo (a veces juntas, a veces por facciones incluso enemistadas entre sí), surge esa porquería que llaman “corrección política”, mediante la cual se arrastran, medran o no, se dedican a ensuciar la verdad con las pócimas de la hipocresía, “prosperan” en el reino de la basura, los individuos más impresentables y lamentables de nuestra desgraciada especie.
Que la epidemia se vaya extendiendo, no hace sino aumentar nuestra decadencia y nuestros crecientes méritos para que un ángel exterminador baje un buen día de los cielos a liquidarnos en cualquier horno crematorio, o con el maxisoplete, el lanzallamas XXXL de su espada flamígera.
Hoy día, casi todo lo que Ud. ve es gente pringosa o pringada. ¡Vaya rollo!
Menos mal que, dispersada nuestra ceniza al viento, o pasto de las puntuales lombrices nuestros despojos bajo tierra, queramos o no, colaboramos a que la cosa prosiga, “semos” abono para la inmutable Madre Tierra, un poco tronchada de risa con nuestras penosas y casposas insignificancias.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Porque de verdad que no podemos, todos los días, ser pacientes y misericordiosos



A las mentes débiles que se deslumbran con, por ejemplo, las gigantescas plataformas profusamente iluminadas y sonorizadas con las que trataba de engañarnos Jarre, a falta de líneas melódicas decentes.
A los que caían en trance extático con, por ejemplo, las poses rebuscadas y artificialmente tenebrosas y vestidas de cuero negro de Jim Morrison (que Dios te dé salud como descanso dejas).
A los que levitaban con, por ejemplo, las hemorragias de semifusas y garrapateas que Collins y otros fanáticos del ritmo exhibían con sus tam-tams, electrónicos o no que fueran.
A los que, escasos de oído y abundantes de oreja facilona, añoran un “lujo” excrecente, rutinario ya y trilladísimo por miles de cantantes (a veces, ni siquiera autores) en miles de adocenadas producciones, digamos con cautela, musicales.
A los que, tan bobitos, son incapaces de paladear toda canción, como no incorpore lo que juzgan indispensable estribillo.
A los que hablan con frecuente ignorancia de “arreglos”; a las Señoritas, sólo eso ya, Azules residuales:

Sepan los tales que los itinerarios (¿podría decir las lecciones?) que voy ofreciendo, en una espartana ausencia de lujos propia de San Francisco de Asís, necesitan un cierto nivel de entendimiento para ser aprovechados.
Y que pueden esperar sentados, si creen que ingresaré, conscientemente, en la cofradía numerosa de los que dan “gato por liebre”.
El desplegable del álbum “V” y también el de “El Jefe” contienen ya algunas orientaciones al respecto. Que los lean de nuevo y procuren hacerlo con atención.
De nada.     

miércoles, 27 de noviembre de 2013

"El Jefe"



De modo conciso y con una alusiva y piadosa suavidad que nunca mereciste, te describí someramente en una canción, “hace varios años ya”.
(No te despistes, lumbrera, que esta frase entrecomillada es de otra de las mías.)
Ahora asomas la insípida gaita esa que tienes, y encima te creerás que vas a disculpar tu interminable colección de fullerías, tu ruinosa sarta de decisiones pésimas, publicando un libro, procurando camuflar el plumero esperpéntico que coronó desde tus actitudes a tu “laureada y célebre sonrisa”, como de Joker, desde tu insoportable levedad hasta tus góticas inoportunas en la visita al, otro que tal, moreno emperador de Occidente, etc., etc.
Todo lo tuyo, Pumba, era gas: pero, a menudo, gas letal. Conque la tortura de los ajustes sangrientos que ahora soportamos se te debe casi por completo.
Vale, tío. Sólo que tendrás que repartir la gloria literaria y la venta de ejemplares y la firma de autógrafos con ese otro faro de la finura y la elevada inteligencia que por las tardes ruge sus mecánicas risotadas en Telecinco.
Dios os cría y vosotros…

martes, 26 de noviembre de 2013

Don Silvio



Con empaque y licenciosillas aficiones y costumbres, Berlusconi anda siempre en el ojo del huracán, como se dice, tal que un contemporáneo emperador de la antigua Roma.
No hay que esforzarse mucho para suponerle y aun comprobarle un largo catálogo de marrullerías, maniobras turbias, seudolegalismos y asuntos de todo menos decentes. Pero ocurre que el tío es listísimo para ir saliendo adelante; y me da la sensación de que además sabe, se lo hacen sentir, que su bizarría, sus énfasis y modales de protagonista apasionado, sus corbatas y camisas impecables, su aura de macho, por más que provecto, al estilo tradicional todavía dan réditos en un sector nada desdeñable del pueblo, del público; consta que su poder es mucho e impresiona, que domina medios de comunicación y tinglados económicos de gran fuste... etc., lo cual, que se le van quedando pequeños los adversarios y los detractores, mayormente hipócritas que disimulan con dificultad el hecho previsible de que, si pudieran, emularían con similar denuedo sus “hazañas”, y le irían a la par en esta “dolce vita” de las orgías, juergas diversas y mujeres guapísimas.
Como eso, por ruido que se haga, sigue teniendo su brillo y continúa sin derribar definitivamente al hombre, se agarraron a lo de la corrupción de menores, que hoy a casi todos repugna, pero que, otra vez, en la Roma Imperial (y en muchas otras épocas y naciones) a nadie quitaba el sueño demasiado.
Cuando, además, las presuntas menores exhiben con tanta desenvoltura actitudes y modos de precoces y aventajadísimas zorras, de resueltas aspirantes al dinero-como-sea o al estrellato porno, su supuesta fragilidad de menores, de víctimas inocentes, queda muy mucho mermada, tal como viene ocurriendo con esos asesinos niños, sólo en añitos, que ocasionalmente organizan matanzas, hay quien dice por lo fino masacres, y luego hay que ampararlos por una consideración administrativa que atufa bastante a intento de lavar conciencias.
Puede que esté todo inventado, incluso las berreas de los ciervos en los bosques, y que la Lolita de Navokob*, y las ninfas de la mitología clásica, etc. no fueran del todo ajenas a las pretensiones de sus correspondientes faunos.
Esto de la ética y la moral, ya se sabe, cambia mucho con los tiempos y los lugares, y no deja de ser un factor relativo, casualmente en esta era en la que los más “moernos” se dedican a relativizarlo todo. Hay que ver.
Berlusconi lidia una y otra vez en su clásica manera de enrocarse contra unos acorralamientos que bien podrían ser los postreros. Viva Italia.

* Por cierto, leo la novela finalmente, décadas de oir nombrarla, y algún recuerdo de la versión cinematográfica con James Mason, creo. El libro engancha y hasta tiene algunos pasajes poéticos, inspirados.