viernes, 6 de septiembre de 2013

La cosa

Cuando Franco murió, nuestros ciudadanos/votantes, un aparente acuerdo de los políticos y la disposición más o menos sensata de nuestro Rey pusieron en marcha para España este defectuoso asunto que se suele llamar, con harto eufemismo, democracia.
Y desde entonces, los gobiernos que hemos soportado o padecido, durante años y aun décadas, con distintos modelos de pusilanimidad que podemos llamar “la teoría de los paños calientes”, o por conveniencias espurias y manipuladoras, aceptaron o consintieron las desobediencias a la ley y las fullerísimas trampas que los separatistas/independentistas, los rojos siempre descontentos, y la gentuza variada y variable, etc. (o sea, los españoles renegados) fueron cometiendo con una práctica impunidad.
Cuando ahora, dos o tres ministros intentan recuperar, incluso con muy modosa cautela, algo del equilibrio miserablemente perdido, los rebeldes, que han tenido mucho tiempo para hacerse fuertes, reaccionan con cinismo mafioso, con vulgarísima soberbia, con mentiras insolentes, desafíos matones y espectacular deslealtad.
O sea, rollo malísimo.
¿Aprenderán la lección, aunque tarde, aquellos que deben hacerlo?
Pagar a un chantajista sólo consigue fomentar el caudal insaciable de sus criminales exigencias.
Dar de comer a las fieras, las hace ir creciendo hasta el momento en que os y, malditos cabronazos, nos devorarán.

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