sábado, 17 de agosto de 2013

La admirable visita a Navarra (Privilegiadas vicisitudes de la puntería.)

Yo no quise decirles (para que no se sintieran acomplejados) quién yo era.
Me limité a impartir unas cuantas instrucciones, por igual sencillas e importantes, y claro que eficacísimas, pero que ellos, en su bisoñez, ignoraban.
Fui viendo acrecentarse la admiración en sus rostros; incluso llegué a percibir algún matiz leve de confusa envidia.
Cuando me marché, precedido del noble O´Neill, y los dejé con sus prácticas, ellos, la Federación de Arqueros de Navarra, seguían desconociendo que, en otra reencarnación, yo fui el Señor de un inexpugnable bosque legendario y las gentes me llamaron...
Hood: Robin Hood.

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